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Partido Comunista Proletario Colombiano
¡Proletarios del sistema, uníos por el poder político!

Editotial
Mayo 21 de 2025
HORA DE ZAFARSE Y SACUDIRSE
Esto reza en la Constitución del 91: “El pueblo de Colombia, en ejercicio de su poder soberano, …" "La soberanía reside exclusivamente en el pueblo, …”
A qué “pueblo” se refiere la consigna que circunda a la señora Clara. Pareciera un llamado a la convivencia armoniosa, fraternal y solidaria entre los burgueses proletaristas y sus esclavos asalariados pero la finalidad del burgués es la obtención de plusvalía. Ese “pueblo” se compone en primera instancia de clases sociales antagónicas muy claramente diferenciadas cada una ocupando un lugar y una posición económica en la sociedad por lo tanto ese concepto “EL PUEBLO MANDA” estaría seriamente comprometido políticamente que alguien podría ni siquiera admitirlo metafóricamente. Unas clases explotan a otras y dominan sobre ellas y el Estado es la organización política de las clases que dominan económicamente. Por otra parte, un sector de la sociedad no se encuadra en ninguna clase. Y finalmente hablando con sencillez el “pueblo” proletario, el campesinado pobre, la inmensa mayoría que anda en la miseria y que manda la mano al bolsillo casi en todos los casos no encuentra allí ni para el dulce y el café, lo contrario sucede con el propietario de los medios de producción ese “pueblo” opulento enriquecido por los proletarios que dispone de todo cuando manda la mano a su chequera y sus finanzas depositada en los bancos y corporaciones. En fin, ¿manda la clase burguesa, la terrateniente, la pequeñoburguesa, la campesina, la proletaria, el lumpen proletariado o unas aliadas contra las otras o mandan todas a la vez? Esto último sería, el pueblo manda sobre el pueblo pues en verdad se trata de poder político. Lo del “PUEBLO MANDA” resulta en definitiva una trampa cazabobos
Después del zarandeo al proletariado colombiano en el parlamento este tiene por salida deslindarse, salirse, ponerse fuera de la órbita, de la férula política de la burguesía ─quitársela de encima─, de la manipulación que lo pone como sándwich por los pequeños y grandes burgueses en asocio y colaboración con la clase de los terratenientes y grandes ganaderos tipo Lafaurie; como la clase productora que es hasta alcanzar el poder político. Es imperioso que el proletariado se manifieste políticamente independiente, que haga uso de toda su capacidad, audacia, destreza y creatividad política como lo hace cuando produce los bienes materiales, eche abajo la talanquera que impide la lucha directa contra la burguesía, esa bruma pequeñoburguesa que extiende a su paso cortinas de humo y retarda la llegada al poder al proletariado a la que la burguesía le tiene encargada la tarea de oponer resistencia al comunismo y a su portador el proletariado revolucionario colombiano; pequeña burguesía presente como verdaderos espadachines, adalides o portavoces de los intereses burgueses, de la plutocracia y de la oligarquía financiera monopólica.
En cuanto se trata del producto a repartir, el resultado de la actividad productiva del proletariado, el pequeño burgués tiende a equipararse al burgués para quedarse al final de la disputa con la parte del león. Emulan por las mieles del poder y se enloquecen a rabiar sin que nada produzcan en verdad. Y pujan porque el burgués les de la mano en tales empeños. Buscan con cantos de sirena y demagogia que el proletariado les brinde confianza tanto a los portadores de la ideología burguesa como al oportunismo político pequeño burgués. Buscan a su vez un modelo de normativa que no sufra dificultades de alumbramiento y se determine y mueva con aceptación en el mundo del trabajo.
Confiando en que el proletariado acogiera pasivamente las dádivas y paliativos que surgieran de las discusiones en el congreso los burgueses y sus aliados tomaron ventaja, se dieron largas y se quedarán con toda la torta que significa la totalidad de la producción proletaria tal y como se viene haciendo con un mecanismo más aceitado, sutil y fluido para continuar con el saqueo y la esquilmación de la masa de los trabajadores proletarios. Es decir, unos en cuanto burgueses y los otros como tales: proletarios asalariados.
El proletariado es considerado mercado laboral definido hoy sin que nadie se ruborice como llamar en la antigüedad al esclavo instrumento parlante, ganado esclavo; ningún parlamento burgués discute terminar con esta abominación herencia del pasado en el mundo y del sistema colonial y con la tendencia a sostener este estado de cosas cacarean la idea de la “igualdad, la justicia social y el bienestar general” cosa que no resuelve la opresión, la ignominia al quedar reducidos a estereotipos; no libera de las cadenas invisibles de la esclavitud asalariada al proletariado. Estos parlamentos nebulosa pensando en lucrarse funcionan cabalmente en favor de los poderosos económicamente por lo tanto para la masa oprimida no reportan beneficios y no tendrían por qué tener existencia; aunque sus diputados sofistas presumen representar, hablar y defender las masas de la población laboriosa lo hacen hipócritamente.
Estar un hombre sometido por el amo burgués esclavista al yugo del trabajo asalariado esto no se considera trabajo digno, suavizado y lubricado con una narrativa extraordinaria reformista grandilocuente y locuaz por los “abanderados de los trabajadores” cuyos “jefes” aristócratas obreros los ponen a quemarropa, se los echan al bolsillo con una mano y con la otra reivindican los partidos tradicionales y su sistema burgués proletarista y así es todo para que este “pueblo” termine no decidiendo absolutamente nada y se sume inexorablemente por vía reformista a una explotación rampante e inmisericorde, eterna y en Colombia este reformismo sirviendo de impronta, de sello para tapar la responsabilidad del Estado con los crímenes de guerra, el genocidio, las masacres perpetrados en toda la historia de la vida republicana.
Tímidamente los liberales socialdemócratas obteniendo beneficios personales con acercarse en parte a los proletarios reconocen balbuceantes que “los trabajadores generan ingresos”; igual lo hacen refiriendo a los trabajadores del campo sin que se llegue a plantear al menos la idea de que la tierra pertenece a todos los humanos, que es para el disfrute de todos al igual que toda la producción social. Casi idéntica es la actitud de aquellos que formaron guerrillas para la venta yendo a parar al parlamento burgués después de ofrecer al mundo con espasmo todo un enorme aparato, toda una maquinaria de guerra que exponían y en donde luego de hacer carrera recibieron del Estado santista una inocua, pírrica “representación” en el parlamento con las capitulaciones de Cartagena. Tales negociaciones que en otras latitudes en conflicto armado llegaren a obtener casi un centenar de miembros de estos congresos. Esto refleja la ansiedad por llegar allí y sin tenerse claro qué otros aspectos o maniobras influyeron para esta afrenta a los seguidores y militantes. Y nada de esto tiene que ver con el “contrato social” de Rousseau al que alude por ejemplo la senadora Pizarro como significado de la constitución del 91, entendida tal constitución como eso y no como los estatutos del comité del Estado burgués que es en realidad lo que traduce estas normas como lo afirma Lenin.
